Eran tantas mis ansiadas ganas de volverte a ver… aunque fuese solamente en un reflejo, en una simple imagen ajena a mí completamente, en un pensamiento sin ningún tipo de distorsión. Esas ansiadas ganas de volver a ver tu sonrisa, que no la olvido, créeme, no puedo. Ha sido bonito, ha sido como si volviese a mí ese huracán de energía, como si mi alma se volviese a recomponer después de haberse roto en mil y un pedazos, y que bonito volver a sonreír mirándote, haciendo como si estuvieras ahí, frente a mí, hablando, riendo, mirándome con esos pequeños ojitos, diciendo nada y yo comprendiendo todo, a mi manera, como si en ese instante te murieras de ganas de acercarte a mí y poner tu mano sobre la mía. Es justo ahí, en ese momento, cuando he sentido un escalofrío por todo mi cuerpo, y mi piel erizada ha vuelto a gritar tu nombre desesperadamente.
¿Cómo puedo seguir sintiendo algo tan grande? Un sentimiento del que no puedo alejarme, porque sé que aunque lo intente, cuando vuelva a verte volveré a caer, y volverá a aparecer en mí esa sonrisa tonta que me sale sin poder evitarlo. Y lo peor es que me doy cuenta que en mi momento más débil es cuando más necesito refugiarme en ti, que sin darme cuenta te he vuelto a buscar como si de una loca se tratase, como si no existiera mundo más allá que esa bella sonrisa. Y encontrarla… buscarla y encontrarla… y es que no sé qué sería de mí si no pudiera quedarme así, refugiada en ella, contemplándola sin apenas darme cuenta de que el tiempo pasa y no tengo de ti absolutamente nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario