sábado, 22 de marzo de 2014

"Hola qué tal, cómo te ha ido."



Es difícil. Es difícil contenerse y mantenerse distante cuando algo dentro de ti está creciendo por minutos, incluso por segundos. Intentas por todos los medios crear un vínculo, un vínculo que luego resulta ser la barrera que te impide arriesgar. El temor a que se rompa quizás. Y te conformas tan solo con un “hola qué tal, cómo te ha ido”, que a la vez es tanto. Te conformas con seguir formando parte de algo que tal vez para la otra persona, no es nada más que algo. Pero sonríes, porque ese algo para ti, en este momento, lo es todo. Y cuesta alejarse, cuesta reconocer que probablemente esto no te llevará a nada. Y es por eso que te sigues acercando. Tratas de ingeniártelas para ver de qué forma puedes ir haciendo que ese vínculo se haga irrompible, fuerte, seguro, para cuando llegue el momento, soltar lo que llevas dentro.  Porque sabes que lo harás, que un día lo harás, que en un momento inesperado tu alma se canse de guardar silencios, de guardar palabras tan sinceras sin ser pronunciadas. Y serán lanzadas, serán arrojadas hacia una mirada impaciente. Lo harás sin ni siquiera tener conciencia de ello, serán fluidas, limpias, transparentes, sinceras. Y quizás en ese momento todo cambie, o tal vez no. Tal vez todo siga siendo igual que antes, o casi todo, porque te quedarás con la sensación de haberlo intentado, de haberle echado coraje y valor, de haber roto tus miedos. Te quedarás con esa sensación de: volvería a intentarlo todos los días de mi vida.

martes, 11 de marzo de 2014

Y tú... ¿lo hueles?



Cuánto significado puede tener un olor, diría que infinitos. Una flor puede ser muy bella, la más bella de todas las flores, pero el olor la define, el olor hace que la sujetes con la mano, la acerques a ti, y casi rozando tu rostro percibas absolutamente todo de ella. Toda su grandeza. El olor es la esencia. 

Un olor que te haga regresar a un lugar, a un momento determinado de tu vida que jamás olvidas, a recordar una persona especial. O un olor que te haga suspirar, cerrar los ojos y soñar. Soñar que ese olor se impregna por cada lugar donde pisas, que ese olor se convierte en rutina. Soñar que ese olor está en tu colchón formando parte de ti, formando parte de tu día a día. Que ese olor está en los besos, en un buenos días y acompañado de un café. Porque un olor te puede hacer soñar, siendo lo definitivo para confirmar lo que realmente sientes, y definiendo eso que trata de explicarte el corazón y que en ocasiones se hace tan difícil de entender. 

Un olor te puede hacer llorar, llorar de nostalgia, llorar de emoción, llorar por querer dormirte cada noche abrazada a ese olor. Querer que se embriague así cada parte de tu cuerpo. Un olor puede hacer, también, que aparezca una sonrisa, que se erice la piel, que le provoque a tu corazón los latidos más intensos. Un olor te puede volver hacer sentir, sentir que sigues viva. 

Echaba de menos el olor… ese olor a sentir.


Y tú... ¿lo hueles?