martes, 11 de marzo de 2014

Y tú... ¿lo hueles?



Cuánto significado puede tener un olor, diría que infinitos. Una flor puede ser muy bella, la más bella de todas las flores, pero el olor la define, el olor hace que la sujetes con la mano, la acerques a ti, y casi rozando tu rostro percibas absolutamente todo de ella. Toda su grandeza. El olor es la esencia. 

Un olor que te haga regresar a un lugar, a un momento determinado de tu vida que jamás olvidas, a recordar una persona especial. O un olor que te haga suspirar, cerrar los ojos y soñar. Soñar que ese olor se impregna por cada lugar donde pisas, que ese olor se convierte en rutina. Soñar que ese olor está en tu colchón formando parte de ti, formando parte de tu día a día. Que ese olor está en los besos, en un buenos días y acompañado de un café. Porque un olor te puede hacer soñar, siendo lo definitivo para confirmar lo que realmente sientes, y definiendo eso que trata de explicarte el corazón y que en ocasiones se hace tan difícil de entender. 

Un olor te puede hacer llorar, llorar de nostalgia, llorar de emoción, llorar por querer dormirte cada noche abrazada a ese olor. Querer que se embriague así cada parte de tu cuerpo. Un olor puede hacer, también, que aparezca una sonrisa, que se erice la piel, que le provoque a tu corazón los latidos más intensos. Un olor te puede volver hacer sentir, sentir que sigues viva. 

Echaba de menos el olor… ese olor a sentir.


Y tú... ¿lo hueles?

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