sábado, 22 de marzo de 2014

"Hola qué tal, cómo te ha ido."



Es difícil. Es difícil contenerse y mantenerse distante cuando algo dentro de ti está creciendo por minutos, incluso por segundos. Intentas por todos los medios crear un vínculo, un vínculo que luego resulta ser la barrera que te impide arriesgar. El temor a que se rompa quizás. Y te conformas tan solo con un “hola qué tal, cómo te ha ido”, que a la vez es tanto. Te conformas con seguir formando parte de algo que tal vez para la otra persona, no es nada más que algo. Pero sonríes, porque ese algo para ti, en este momento, lo es todo. Y cuesta alejarse, cuesta reconocer que probablemente esto no te llevará a nada. Y es por eso que te sigues acercando. Tratas de ingeniártelas para ver de qué forma puedes ir haciendo que ese vínculo se haga irrompible, fuerte, seguro, para cuando llegue el momento, soltar lo que llevas dentro.  Porque sabes que lo harás, que un día lo harás, que en un momento inesperado tu alma se canse de guardar silencios, de guardar palabras tan sinceras sin ser pronunciadas. Y serán lanzadas, serán arrojadas hacia una mirada impaciente. Lo harás sin ni siquiera tener conciencia de ello, serán fluidas, limpias, transparentes, sinceras. Y quizás en ese momento todo cambie, o tal vez no. Tal vez todo siga siendo igual que antes, o casi todo, porque te quedarás con la sensación de haberlo intentado, de haberle echado coraje y valor, de haber roto tus miedos. Te quedarás con esa sensación de: volvería a intentarlo todos los días de mi vida.

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