sábado, 18 de octubre de 2014

Enemigo imaginario




La palabra miedo a veces se queda pequeña. La palabra miedo, en algunas ocasiones, no es comparable al monstruo que te persigue, creando barreras casi indestructible y atrapándote  completamente, haciéndote sentir inferior a todo, te sientes tan pequeño y débil  que enfrentarte a él se convierte en una misión imposible.

El peor miedo que se puede llegar a sentir es el propio miedo a enfrentarte a tus miedos. El miedo a creer que te faltan las armas para destruir las barreras, y luego una vez rotas las barreras, ir a por el monstruo y acabar completamente con él.

Y es que el miedo es ese enorme monstruo que habita dentro de nosotros, invisible, y que, la mayoría de las veces, los demás no logran ver ni entender, por eso solo uno mismo es el que tiene que fabricar esas armas y producir la fuerza suficiente para enfrentarlo. Pero ¿qué pasa cuando es a la hora de fabricar esas armas cuando aparece el miedo a enfrentarte al miedo? ¿Qué pasa cuando decides acabar con él y aparece la inseguridad, la inferioridad,  la falta de valor,…?

El miedo nos persigue, nos maneja, nos acorrala, nos acobarda, nos empequeñece, nos debilita, nos castiga, nos frustra, nos hace fracasar. El miedo te come, te imposibilita, te paraliza, te aísla, te condena.  Pero debemos recordar que el miedo y todo lo que nos hace sentir solo habita en nuestra mente y que fuera de nuestra mente solo existe el tiempo y la oportunidad. Que el miedo solo es ese enorme monstruo invisible, nuestro enemigo imaginario, y no debemos dejar que lo que es producto de nuestra mente nos robe las oportunidades de conseguir nuestros objetivos.

Por eso, lánzate, aunque el miedo te acorrale, aunque te acobarde, aunque te sientas inferior, aunque te sientas débil, aunque creas que vayas a fracasar. Lánzate y fracasa si es necesario. Fracasa y vuelve a intentarlo. Porque será ahí, al volver a intentar, cuando conozcas y poseas el VALOR, la única arma capaz de acabar con él.