Difícil acabar algo que nunca, por la razón que sea, empezó. Acabar, no me
gusta esa palabra cuando no has conseguido el resultado que esperabas. Acabar
algo y quedarte vacía, completamente vacía. Con una sensación de inestabilidad,
de inseguridad, con esa sensación de y ¿por qué?
Y ese "¿por qué?" es la pregunta que no se va de mi cabeza, y no
hay una respuesta que pueda complacerme. Sencillamente la respuesta soy yo. Yo,
mi inseguridad y mi cobardía. Que me sigue impidiendo, que me sigue apaleando
cada vez que intento avanzar, que me dice PARA cuando todo está a punto, cuando
intento actuar por fin. ¿De qué me sirve sentirme con la fuerza suficiente para
algo si luego para lo que realmente necesito me vengo abajo y me supera la
inseguridad en mí misma? ¿De qué me sirve?
No sé si serás tú, pero yo creí que esto ya lo tenía más que superado. No sé
si serás tú… y vuelvo a escribir como si me leyeras, con la esperanza de que mis palabras lleguen a tí de alguna forma… y es que me faltó la valentía para decírte tantas cosas, para decirte que me tienes sin vivir, que eres tanto para mí, tanto
casi todo, que apareciste justo en el momento para calmar el dolor de mi herida abierta, que apareciste de la nada sanando cicatrices aún sin cerrar, demostrando como con solo un gesto o una risa puede cambiar un estado de animo, como con tan poco secastes tantas lágrimas. Que guardo aquí, cada gesto tuyo, cada sonrisa, cada palabra,
palabras tan sabias que me han servido de tanta ayuda. Que guardo un millón de
sensaciones nuevas, que guardo recuerdos imborrables, roces sin a conciencia,
que guardo tu olor, como un aroma nuevo, tan poco perceptible, pero tan
especial… Que guardo tu naturalidad, tu sinceridad, tu sencillez, que te guardo a ti, así tal
como eres, tal como apareciste y tal como la última vez.
Con un adiós y un roce… una última vez con sabor agridulce.
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