miércoles, 4 de noviembre de 2015

Detrás de tu ventana

Cuéntame que te pasa, te dije en silencio.

Te vi llorar un buen día de sol desde tu ventana, mientras paseaba por tu calle, y jamás he sentido tanta impotencia.

Intenté abrir el cerrojo de tu puerta pero estaba cerrado. Desde entonces, cada día, paso por tu ventana y te observo.

Ni se te pasa por la mente que yo podría llegar a ser tu felicidad.

La oscuridad de tu alma me cuenta tantas cosas… sé perfectamente cómo te sientes. Sentada en ese butacón de piel te pasas las horas y los días.

Un programa basura en la TV, y un teléfono móvil en la mesa que dejó de sonar hace meses porque dejaste de lado a tus amigos y a tu familia.

Me inquieta tu mirada triste. Y tus manos, que gritan de vida pero tú las cierras, en puños. Como si quisieran defenderse de un trágico presente.

Este mismo presente en el que vives.

Y a la misma hora de siempre te levantas a preparar dos cafés. Uno con leche y otro sin. Los llevas al salón y te vuelves a sentar.

Y aparece él.

Seis de la tarde.

Camisa desabrochada.

Se toma el café sin leche y tú el con.

Lo que no sabes es que ese café con leche que preparas cada tarde nunca es para ti.

Se abrocha la camisa, se pone el sombrero, abre la puerta, sale a la calle, cierra el cerrojo y se vuelve a marchar.

Siempre observo tu mirada cuando él sale de casa.

Suspiras y te elevas.

Abres el cajón, coges una foto de tus padres y la besas. Cuánto darías por que ellos estuvieran aquí. Poder hablarles y decirles cómo te sientes. Que hoy el miedo se hizo protagonista de tus pies, y que tus pies hace tiempo que dejaron de pisar. Que solo pisas con las manos, bocabajo en el suelo, y sin poder mirar hacia el frente. Que te tocó vivir así porque lo amas.

Y yo me pregunto, ¿qué es para ti el amor?

¿Una mirada vacía? ¿una sonrisa que hace tiempo dejó de tener luz? ¿un te quiero comprado? ¿una caricia que araña? ¿un beso forzado? ¿un no saber si hoy te querrá o te odiará? ¿Es amor no saber en qué contenedor de basura quedaron esas camisas que tanto lucías hace dos años? ¿Ni acordarte del número de teléfono de tu mejor amigo porque hace 24 meses y seis días que él te prohibió llamarlo?

¿Es acaso amor levantarte cada mañana, mirarte al espejo y ver el reflejo de alguien que no conoces?

¿Sabes? No me pude contener y hoy me encuentro escribiendo esta carta para decirte que tus manos, aún, te piden vida. Que ellas aún saben defenderse, y tienen la fuerza suficiente para desatarte las cadenas. Que a ellas no le faltan el valor, para coger las llaves, abrir el cerrojo y por una vez en la vida escaparte conmigo.

Sí, conmigo, que soy quien forma parte de ti, pero me olvidaste hace tanto tiempo…

Quiero hacerte comprender que huir del dolor te hace fuerte.

Quiero enseñarte un lugar maravilloso, ese que llaman vida.

Quiero enseñarte a vivir y que conozcas cuál es el verdadero amor.

Quiero que hoy sujetes mi mano, dejes de respirar rutina y vuelvas a respirar el aire.

Quiero enseñarte lo verdaderamente bonito que puede llegar a ser el mundo.

No me despido de ti, quiero que te vengas conmigo.
Estoy, como siempre, detrás de tu ventana.
¿Me acompañas?

Atentamente,
Tu libertad.

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