miércoles, 25 de diciembre de 2013

Reflexionando el año, un 2013...



He caminado, he parado; he suspirado, he seguido.  
He mirado, he observado; He llorado, he reído. 
He imaginado, he pensado; he abrazado, he sentido. 
He ansiado, he anhelado; he olvidado, he sonreído…

He arrojado al mar pensamientos, creencias, especulaciones e infinidades de intentos fracasados. He lanzado al vacío las preocupaciones, los miedos y el recelo. He caminado y al caminar he recolectado los rescoldos de sonrisas y miradas que me he ido encontrando, y he dibujado en el aire un nuevo destino. 

He querido con toda el alma y he llenado mi mente de ideales. He imaginado un mundo perfecto,  un mundo sin tormentos, sin soledad, sin ese sentir de necesitar y sin esa necesidad de imaginar.

Me he enfadado con la vida, con el mundo, me he enfadado con el vacío, con el destino, con la injusticia. He sufrido la espera y me ha dolido la impotencia. He llorado un adiós para siempre, y me ha consolado su alivio. 

He observado de cerca la lucha, la fortaleza, la inquietud, y he conocido la espera impaciente y temerosa de una voz que calmara el miedo,  mi miedo y el miedo que he percibido en miradas de mi alrededor. 

He avanzado, he avanzado varios pasos, a paso lento pero firmes. He ganado seguridad, conocimientos, experiencia, capacidades. He razonado y he comprendido que se puede llegar mucho más allá de tus pensamientos y de tus ideas. He ganado el saber que soy capaz, el saber que soy algo más de lo que conocía de mí. 

He aprendido a valorar el camino, a multiplicar por mil las ganas y la ilusión. He aprendido que nunca es tarde para volver a intentar, que la lucha constante y el esfuerzo son dos pilares fundamentales para conseguir tus objetivos, y  que cada segundo que pasa son instantes que debemos aprovechar, porque cada instante, por muy pequeño que sea, puedes hacer de él una nueva oportunidad.



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