¿Te has dado cuenta? Aun no hemos nacido y ya tenemos nombre, nacemos y según
nuestro sexo así nos visten, sin nuestro permiso nos bautizan, sin ni siquiera
saber si en un futuro vamos a estar de acuerdo con eso, o sin saber ni siquiera
si creeremos o no en Dios. A las niñas, nos llevan a hacernos boquetitos en las
orejas, para ponernos los pendientes (si no lo hacen, la mayoría de las
personas van a decir “que guapo o que gracioso es” y claro, es una niña y eso hay que dejarlo muy claro…). En
definitiva, que mandan sobre nosotros, sin esperar a que tengamos uso de razón
y preguntarnos si queremos o no actuar de esa manera.
Yo puedo decir que crecí sin ser yo totalmente, habiendo
hecho cosas que yo no había decidido, vistiéndome de manera de la cual no me
sentía a gusto, pero era lo que tocaba. Recuerdo la primera vez que tome mi
primera decisión importante la cual fue respetada, no hacer la primera comunión.
En ese momento me sentí un poco más yo por primera vez, había decidido algo por
mí misma, eran suficientes los motivos, y fueron respetados. Eso me hacía
sentir algo más libre. A pesar de eso, aunque era muy importante el paso, aun
quedaban muchas situaciones en las que iba a ver a otra persona reflejada en
mi, otra muy diferente a quien era verdaderamente.
Una vez pasada la niñez, esa etapa a la que a la mayoría de
las personas de tu alrededor les da igual lo que pienses porque no vas a hacer
lo que tú quieras, llega la adolescencia. Esa etapa de nuestra vida que en
cierto modo nos enseña, o nos intenta enseñar quienes somos, la que define
nuestra personalidad, nuestro carácter, nuestros gustos. Esos años para todo el
mundo son claves en nuestra vida, nos descubrimos, y es así. Damos de lado a
casi todo lo que nos ha venido acompañando en nuestra niñez para dar paso a
mirar la vida desde otro punto de vista, quizás más desde nuestro interior,
damos la bienvenida a nuevas emociones, nuevas ideas, nuevas amistades, nuevas
formas de sentir, incluso a confusiones. Confusiones que en mi caso,
personalmente, eran protagonistas en mi día a día, confusiones que de una forma
o de otra no dejaban paso a mi persona, a ser yo, y me obligaba
inconscientemente a ocultar mi identidad. Muchas preguntas rondaban por mi
cabeza, éstas sin respuestas. Con tanta gente a mi alrededor, y sin nadie en
definitiva, porque realmente mi verdadero yo estaba solo, sin nadie en quien
confiar, con temor, con llantos, y caminando sin rumbo, por caminos
equivocados, sin saber a dónde ir. Perdido.
Como he dicho fueron años de confusiones, llenos de
preguntas sin encontrar las respuestas, pero con el paso del tiempo me fueron
viniendo esas respuestas que necesitaba, y ésta vez sin buscarlas, llegaron
solas, de repente me vi con la respuesta a todo frente a mis ojos. Una
respuesta que supo calmarme, tranquilizarme, y realmente supo enseñarme casi todo
lo que desconocía de mi misma.
Hoy por hoy, actualmente, es cuando realmente puedo decir
que soy yo al cien por cien, hoy por hoy, me muestro tal como soy al mundo, sin
necesidad de aparentar, ocultar, o mostrar algo diferente a lo que es en
realidad. Hoy por hoy, me siento como creo que todos y cada uno de vosotros
debe de sentirse, a gusto con uno mismo, sin importar el qué dirán. Me gusta
que me miren, que opinen, que me critiquen, que me alaguen, porque primera vez me
siento bien con mis defectos y mis virtudes. Porque hoy por hoy, soy quien soy.
Porque despues de todo lo vivido, me he dado cuenta de que la vida es demasiado corta para no ser quien
realmente eres.
Muy bueno Inma, enhorabuena!!
ResponderEliminarMe encanta!!
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