No es fácil quitarse un disfraz que te viene acompañando y
protegiendo desde el principio de tu vida, no es fácil, creedme. Quitarte ese
disfraz te produce miedo, mucho miedo. Miedo a la decepción, miedo al rechazo
social, miedo a las miradas, miedo a quedarte solo, miedo a tanto que prefieres
caminar por la vida con ese antifaz que preserva tu rostro y a la vez tus
sentimientos, pensamientos, ideologías, y completamente tu vida. Prácticamente
prefieres vivir una vida que realmente no es tu vida pero así siendo respetado,
antes que vivir tu vida y por ello cargar con los sinfines de desprecios por
parte de la sociedad en general. Es como mirar al futuro con lupa y verlo todo
a lo grande, aumentado, y eso asusta. Y es que como seres sociales y sociables que somos,
tenemos miedo a la soledad, miedo a decepcionar quizás, a la persona más
importante de nuestra vida, miedo a perder nuestro entorno.
Actualmente hay miles y miles de personas que cargan con
este miedo a sus espaldas, que viven una vida ocultando su identidad, algunas
por miedo al qué dirán o al rechazo, y otras pues simplemente porque en su país
es ilegal y te condenan a muerte o te encierran en la cárcel como si hubieses cometido un
crimen. Y es que actualmente ser homosexual
es ilegal en más de 80 países, es triste ¿no creen? Demasiado triste
que por el simple hecho de sentir y amar de una forma diferente y a la vez tan
normal, pierdas todos tus derechos como persona y tengas que vivir
constantemente con ese temor. Realmente me parece desconsolador que el mundo haya llegado
a una situación que sea tan difícil de cambiar, que la gente sea incapaz de
abrir la mente y se empiece a respetar y a aceptar como normal no solo lo
común, sino también lo que no se ve a diario o en tu alrededor.
Dicen que estamos en época de cambios, y en parte es verdad.
A fecha de hoy podemos decir que muchos países están legalizando el matrimonio
entre personas del mismo sexo, y se (nos) está dando el derecho a vivir y
compartir una vida con la persona que amamos al igual que lo hace cualquier persona
que decide compartir su vida con una persona del sexo opuesto al suyo. Eso es
algo importante, pero a la vez se queda pequeño en comparación con lo que queda
aún por avanzar. Cómo por ejemplo, el tema de las etiquetas. La gran mayoría de
la gente cuando ven a dos personas del mismo sexo de la mano por la calle lo
primero que piensan es que son homosexuales, lo piensan, les llama la atención, la
vista se les va hacia esas personas inevitablemente, y hasta te puede parecer ilógico no
pensarlo, pero ¿te has parado a pensar lo que pueden sentir esas dos personas? No
es fácil, no es fácil ir con tu pareja por la calle y que la gente te miren,
observen, comenten… haciendo esto hacerte sentir diferente. Y si te paras a
pensarlo, hasta es "normal" que pase, porque esto es como la pescadilla que se
muerde la cola. Si la gente sigue con el miedo a “salir del armario” (que esto
no es más que mostrar su amor en público al igual que lo hace cualquier persona
heterosexual), no hay visibilidad; la sociedad no lo ve, por lo que si la
sociedad no lo ve lo convierte automáticamente en algo anormal, diferente,
raro, algo a lo que señalar con el dedo. Es ahí donde se le da tanta
importancia al tema de la visibilidad. Que no se trata de ir con un letrero en
la frente que diga “soy gay” o “soy lesbiana”, porque ahí ya entraríamos en
temas de etiquetas, y no se trata de etiquetar, se trata de
hacer lo que te apetezca, donde te apetezca y con quien te apetezca, sin miedo
a lo que pueda pensar los demás, que la visibilidad se basa, por ejemplo, en el
simple hecho de darle un beso a tu pareja en la calle o ir de la mano, que el
primer día y el segundo te sentirás observado u observada, te dolerá las
miradas, los comentarios, etc., pero el tercero te empezarás a dar cuenta que
ese es el paso más importante para que esas miradas la próxima vez que vean una
situación parecida le resultará un poco más común y por lo tanto más normal y que
está en nuestras manos el comienzo del cambio y de abrir las mentes.
Yo escribo esto por y para todas esas personas que viven una
doble vida, que se quedan para su interior algo tan bonito como es amar, que
viven y reviven el miedo cada día por culpa de unos padres que no saben que sus
hijos están comidos por el temor a su homofobia, por todos esos niños y niñas y adolescentes
que sufren rechazos homófobos cada día en el colegio y cada mañana se
despiertan con terror en los ojos, por todas esas personas que fueron víctimas
de la homofobia y decidieron huir de esto quitándose la vida por no ver otra escapatoria.
Yo escribo esto porque me repatea que la gente diga que lo
aceptan, que cada uno es libre, pero a la hora de la verdad los comentarios y
las miradas sigan ahí. Y es que no solo
se trata de aceptar, se trata de que a nadie se le quite el derecho a amar sin
miedos. Y se trata de que todos empecemos a aplicarle a la vida esa palabra de
la que tanto se habla, pero pocas veces está presente. Respeto.
Y es que se ve claro que esta sociedad en la que vivimos necesita un choque, necesita ver, necesita experimentar
un cambio, necesita olvidar la palabra normal y la palabra diferente, porque
todos tenemos diferencias que son las que nos hacen ser únicos y a la vez iguales.
Yo esta vez escribo por un mundo libre, sin miedos, por un mundo a la vista sin homofobia.
Yo esta vez escribo por un mundo sin antifaces que hoy guardan lo que tantas miradas quieren gritar.
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