Es difícil. Es difícil contenerse y mantenerse distante
cuando algo dentro de ti está creciendo por minutos, incluso por segundos.
Intentas por todos los medios crear un vínculo, un vínculo que luego resulta
ser la barrera que te impide arriesgar. El temor a que se rompa quizás. Y te
conformas tan solo con un “hola qué tal, cómo te ha ido”, que a la vez es
tanto. Te conformas con seguir formando parte de algo que tal vez para la otra
persona, no es nada más que algo. Pero sonríes, porque ese algo para ti, en este momento,
lo es todo. Y cuesta alejarse, cuesta reconocer que probablemente esto no te llevará a nada. Y es por eso que te sigues acercando. Tratas de ingeniártelas
para ver de qué forma puedes ir haciendo que ese vínculo se haga irrompible,
fuerte, seguro, para cuando llegue el momento, soltar lo que llevas dentro. Porque sabes que lo harás, que un día lo
harás, que en un momento inesperado tu alma se canse de guardar silencios, de guardar
palabras tan sinceras sin ser pronunciadas. Y serán lanzadas, serán arrojadas
hacia una mirada impaciente. Lo harás sin ni siquiera tener conciencia de ello,
serán fluidas, limpias, transparentes, sinceras. Y quizás en ese momento todo
cambie, o tal vez no. Tal vez todo siga siendo igual que antes, o casi todo,
porque te quedarás con la sensación de haberlo intentado, de haberle echado
coraje y valor, de haber roto tus miedos. Te quedarás con esa sensación de:
volvería a intentarlo todos los días de mi vida.
sábado, 22 de marzo de 2014
martes, 11 de marzo de 2014
Y tú... ¿lo hueles?
Cuánto significado puede tener un olor, diría que infinitos.
Una flor puede ser muy bella, la más bella de todas las flores, pero el olor la
define, el olor hace que la sujetes con la mano, la acerques a ti, y casi
rozando tu rostro percibas absolutamente todo de ella. Toda su grandeza. El olor es
la esencia.
Un olor que te haga regresar a un lugar, a un momento determinado
de tu vida que jamás olvidas, a recordar una persona especial. O un olor que te
haga suspirar, cerrar los ojos y soñar. Soñar que ese olor se impregna por cada
lugar donde pisas, que ese olor se convierte en rutina. Soñar que ese olor está
en tu colchón formando parte de ti, formando parte de tu día a día. Que ese
olor está en los besos, en un buenos días y acompañado de un café. Porque un
olor te puede hacer soñar, siendo lo definitivo para confirmar lo que realmente
sientes, y definiendo eso que trata de explicarte el corazón y que en ocasiones
se hace tan difícil de entender.
Un olor te puede hacer llorar, llorar de nostalgia, llorar
de emoción, llorar por querer dormirte cada noche abrazada a ese olor. Querer
que se embriague así cada parte de tu cuerpo. Un olor puede hacer, también, que
aparezca una sonrisa, que se erice la piel, que le provoque a tu corazón los
latidos más intensos. Un olor te puede volver hacer sentir, sentir que sigues
viva.
Echaba de menos el olor… ese olor a sentir.
Y tú... ¿lo hueles?
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